Creo que es la séptima vez que hago esta marcha, una de las clásicas del calendario. La he hecho como entrenamiento para Bastions, por el hecho de hacer quilómetros de una tirada. Aún así, el desnivel es justamente la mitad del que me encontraré en aquella zona. Aquí son 5400 acumulados, los mismos que allí positivos.
A las 5 de la tarde salía de Navás. Mi objetivo era llegar de día al control del quilómetro 30. La verdad es que hasta ahí fue muy bien. De hecho tarde 4 h 34 min para completar esos 30 kms.Antes de ahí ya había pasado por varios avituallamientos. Nada que ver con los de hace unos años. Están más enfocado a lo que la gente de hoy en día necesita, incluyendo todo tipo de bebidas, no sólo agua y vino, como antes. Aún así, en el avituallemiento del quilómetro 20 podías comerte un bocadillo de hamburguesa, cosa a la que no me pude resistir y que mi cuerpo sufrió durante unos cuantos quilómetros. Estaba buenísima, que me quiten lo "bailao".
En el km. 30 me pongo el frontal y me paro poco. Hay otro avituallamiento cerca, en el 34,5, punto donde acaban los participantes de la distancia más corta. Antes de llegar, la música se escuchaba desde lo lejos y había un ambiente festivo y animado. Yo paro a comer algo, tarareo alguna canción, y sigo para adelante. A partir de aqui pierdo un poco la noción de los quilómetros. Mi percepción es que estoy más adelantado, y ese error lo acabaré pagando más adelante.
Paso por más controles, en uno de ellos, los que hacen la distancia de 50 kms se separar de nuestro itinerario. Creo que estoy más cerca de Puigreig, lo que no entiendo es por qué no preguntaba en que punto quilométrico estaba. Una falsa seguridad, propiciada por el hecho de haber completado esta marcha muchas veces, se adueñó de mí, y esta circunstancia no fue nada buena para mis planes.
En dos cruces me despisto y me los salto. En ambos reacciono relativamente pronto y podría decirse que en total habría perdido unos 20 minutos. Sigo sin llegar a Puigreig. En algunos momentos tengo la certeza de que después de un repechón ya aparecerá el pueblo iluminado. Pero no, eso no pasa. Me estoy empezando a desesperar. Creía que estaría allí sobre las 12 de la noche pero ya me convenzo de que no será así al llegar a otro control. Aún me faltan cuatro quilómetros. El personal es gente joven y están claramente de fiesta. Cada vez que llega alguien lo reciben con gritos de júbilo. Y a mí eso me molesta, estoy de mal humor. Finalmente cuando llego a Puigreig son la 1:15. Me encuentro desanimado pero lo peor está por llegar.
Entro en el pueblo sin ser consciente de que han cambiado la ubicación del control. Mi falsa seguridad me lleva por donde pasaba en ediciones anteriores. Me encuentro con un participante perdido, el cual me pregunta si vamos bien. Yo le digo que sí, que ya la he hecho en otras ocasiones pero, con buen criterio, no lo ve claro y no me acompaña. Yo sigo a lo mío, y después de cruzar la carretera, me desvío por unas escaleras que bajan hacia el río. Hay señales de GR y me creo que voy bien. Durante un rato voy tranquilo, a pesar de que no hay cintas en el recorrido, solo las señales de GR. Cuando llevo un buen tramo empiezo a tener dudas. No me suena que el camino fuera así, después de bajar al río enseguida se empezaba a subir de nuevo. Ahora estoy llanenado mucho, por un bosque al lado del río, que parece, la verdad, bastante bonito. Sigo hacia adelante y llego a una colonia de casas y de fábricas. Aún sabiendo que voy mal sigo para adelante hasta que llego a un cruce donde marca que voy por el GR 270. Yo tenía que ir por el 176. Decido, por fin, dar media vuelta. Evidentemente, el hecho de no encontrarme con nadie en el camino de vuelta, me confirma que me he equivocado. Por mi cabeza pasa la idea de abandonar, es como si ya me hubiera desconenctado de la marcha.
Llego, por fin, a Puigreig. Estoy en la carretera y pregunto a una mujer que pasaba por alli si sabía donde estaba el control de la marcha. Me dice que está en el campo de fútbol y me indica la dirección. Llego allí y me peguntan si me he perdido. Les explico lo que me ha pasado. En un principio intento culparles a ellos por algunas errores en la señalización pero la realidad es que estoy enfadado conmigo mismo. Finalmente le digo al responsable del control que ha sido culpa mía. He tomado una serie de malas decisiones impulsadas por esa fasta seguridad que me ha traicionado. He perdido una hora. Son las 2:15. Pero decido que voy seguir.
Como, bebo e intento aceptar la situación. El pensar que podría estar unos seis quilómetros más adelante me produce frustración. Resprio hondo y cambio el chip. Vamos, no hay para tanto, pienso, total esto es un entreno, en lugar de 83,5 acabaré haciendo unos 90, no está mal. Noto algo de frío. Me pongo el paraviento, los guantes y tiro para adelante. Me quedan unos 34 kms.
De aquí hasta el final ya no me pierdo más y ni siquiera comento esta eventualidad con los participantes que me encuentro ni en los controles. Voy haciendo al ritmo más alto que puedo. Atravieso la Riera de Merlés, no por donde se hacía años atrás sino por un zona de roca donde el agua baja encajonada en pasos estrechos y se pueden saltar sn problemas. Subimos a Sant Pau de Pinós, la subida más larga de toda la marcha. En este control hay gente joven muy maja que además de atentos se lo están pasando pipa. Sigo para adelante en un tramo de bajadas fuertes hasta llegar al valle. A partir de aquí ya es todo prácticamente por pista pero aún quedan algunos repechones que hacen que no acabe de tener un ritmo alto. Tengo la sensación de que hay bastantes cambios en el recorrido ya que muchos puntos no me suenan. Hace rato que es de día y los campos se muestran espléndidos, con ese verde intenso de la primavera. El final se me hace más largo de lo previsto. Llego a Navás en 15 h 32 min. Me siento satisfecho por mi actitud, es lo mejor que he sacado de esta marcha. Y de que aún soy capaz de "tragarme" 90 kms. del tirón.
Una vez en Navás, y después de recoger el recuerdo, me dirijo a los vestuarios. Una buena ducha de agua caliente marca el final de esta aventura. Bueno, no, aún me falta lo más peligroso de todo, conducir hasta Terrassa después de una noche sin dormir y muy cansado. Lo he hecho otras veces sin problema pero en esta ocasión, y ya cerca de Terrassa, he notado que el sueño empezaba a hacerse dueño de mi. He podido llegar pero si el viaje hubiera sido más largo habría tenido que parar a dormir un poco.
La organización ha sido excelente. Buenos avituallamientos, mucha amabilidad y en general muy buena señalización. Creo, eso sí, que algún cruce podría haberse mejorado