domingo, 2 de agosto de 2020

Vuelta y ascensión al Vignemale 13/14-07-2020

Desde hace varios años que tenía en mente la ascensión al Vignemale. Es una cumbre que siempre me había atraído y a la que le tenía bastante respeto. No quería ir solo por este motivo y cuando mi amigo Antonio estuvo dispuesto a acompañarme ya no lo dudé más y me puse a buscar información para la travesía. Teniendo en cuenta sus vacaciones y las mías nos costó encontrar unas fechas en las que coincidir. Una vez encontrados los días ya sólo nos quedó reservar noche en los refugios de Bujaruelo y de Baysellance. La idea era dormir en Bujaruelo la noche del 12 de julio y salir temprano el día 13 para llegar al refugio de Baysellance remontando el Valle del Ara, Puerto de los Mulos, refugio de Oulettes de Gaube y Hourquette d´Ossoue. El segundo día había que subir a la cima del Vignemale y descender todo el Valle d´Ossoue, Cabana de Lourdes, Col e Ibón de Bernartuara y descenso a Bujaruelo.

Antonio y yo en un entreno cerca de Terrassa (Els Caus)

El día antes de nuestra marcha, Antonio me llamó por teléfono. Tenía fiebre y una infección de oído. Posiblemente no tendría tiempo de recuperarse. Me quedé bastante descolocado, pero tanto si venía como si no, yo pensaba ir igualmente. Me supo mal por él, aunque él ya había hecho la cima (no la vuelta entera) y también por mí, ya que aunque no tengo problema en realizar una salida yo sólo, me apetecía su compañía y poder compartir la experiencia con alguien, lo cual siempre es más gratificante. También debía enfrentarme a mis miedos: pernoctar solo en un refugio de Francia sin conocer el idioma, ascender por un glaciar teniendo poca experiencia y destreza en el uso de grampones... Pero las ganas y la ilusión podían más que estos temores y decidí afrontarlo. Este era el momento que había elegido. Llevaba mucho tiempo esperando y no quería hacerlo más. Antonio me llamó el día de la salida por la mañana para informarme de que no estaba en condiciones de venir y afrontar una travesía larga y dura como ésta.



Domingo 12 de Julio.

Pasadas las dos de la tarde salía de Terrassa en dirección Torla y el Valle de Bujaruelo. Había muy poco tráfico. En la autovía entre Lleida y Huesca me hicieron salir para pasar un control de la Guardia Civil. Me preguntaron mi procedencia y cual era mi destino y sin mayor contratiempo pude continuar mi camino. En Fiscal me paré a descansar un poco y tomar un café. Mientras lo hacía, miré el móvil y vi que tenía un correo del Refugio de Bujaruelo. Me comunicaban que se había producido un desprendimiento y que la pista estaba cortada. Calculaban que la operación de limpieza tardaría unas tres horas. El correo estaba enviado a las tres de la tarde y ya eran las casi las seis. Llamé al refugio por teléfono y me informaron de que la pista ya estaba despejada y que no había problema para transitar. Suspiré aliviado ante la posiblidad de haber tenido que subir andando. Llegué al refugio y me instalé en la habitación común. No había nadie, parece que iba a estar solo aunque más tarde una mujer inglesa también se instaló allí. Mientras esperaba para la cena, a las 20:30, me senté un rato en una sala del refugio y puse el móvil a cargar mientras me estudiaba el mapa una vez más. En una sala contigua había un grupo de personas que escuchaban atentos las instrucciones para realizar la Alta Ruta de los Perdidos y yo, desde fuera, prestaba atención a las explicaciones, especialmente cuando se referían a las zonas por las que yo tenía que pasar. Antes de la cena le expliqué al guarda del refugio cuáles eran mis planes. Me explicó que había previstas lluvias a partir de las dos de la tarde y que él me aconsejaba que saliera lo antes posible. "A ls seis menos cuarto ya hay suficiente luz", me dijo. Se ofreció a dejarme preparado el desayuno, en la misma sala donde se había realizado el breafing de la Alta Ruta. Cené solo ya que, debido al maldito Covid, no pueden juntar a personas de diferentes grupos en el comedor. Esto le quita el encanto a las cenas de los refugios donde conoces gente y cada uno explica sus planes y sus historias.

Lunes 13 de Julio.

Así que decidí levantarme a las cinco de la mañana. Coincidí desayunando con las personas que iniciaban esa espectacular travesía de seis días. Entre recoger, desayunar y acabar de preparar la mochila me dieron las seis de la mañana. Un cuarto de hora después empezaba a andar. Mi espalda notó un gran peso: grampones, piolet, ropa de recambio, comida para dos días y el saco de dormir, ya que no se proporcionan mantas en los refugios como medida de protección. Pensé que si tenía que dormir a 2600 metros de altitud, era mejor llevar el saco que la sábana-saco, mucho más ligera. 


Remontar el Valle del río Ara es bastante agradable. Bosques, praderas, agua.... Es una subida contínua pero sin fuertes desniveles. Bujaruelo está a 1338 m de altitud y el refugio de Ordiso se encuentra a 1591 m. A partir de aquí el camino se endurece y cuando hay que abandonar el GR11 (que nos llevaría a Panticosa), la cosa empieza a ponerse seria. Sabía que tenía que abandonar el GR y veo unas cruces que indican un sendero a la derecha. A pesar de verlas claramente pienso que aún tengo que seguir más rato por éste y sigo recto. Cuando veo que debo atravesar las aguas que bajan, ya empiezo a creer que no voy bien pero aún así sigo un rato más y el GR empieza a ascender en zig-zag. Esperando que éste haga un cambio de dirección hacia la derecha sigo un poco más. Veo que no es así y me paro al divisar una persona que bajaba, con la intención de preguntarle. Cuando hablo con él resulta que a él le ha pasado lo mismo, solo que él quería ascender directamente al Vignemale por el Corredor de Moscowa. Bajamos juntos y le comento que creo que sé donde está el desvío. Nos encontramos con dos chicas y con dos excursionistas franceses. Estos nos indican la dirección correcta para alcanzar el Puerto de los Mulos.

Hacia el Circo del Ara

Dejo que mi acompañante ocasional siga solo, ya que es evidente que tiene mejor ritmo que yo. Sigo subiendo con tendencia siempre a la derecha y llego al Circo del Ara, con unas vistas estupendas. Aquí no veo con claridad por donde sigue el camino, todo son montañas que cierran el paso pero por fin encuentro el camino y sigo la indicaciones de los dos montañeros franceses "al final a la derecha". 


Circo del Ara


Subiendo al Puerto de Los Mulos

En el camino hay fitos y marcas de sendero transfronterizo (HRP) y después de una dura subida llego al Puerto de Los Mulos (2591 m), en un ambiente de montaña espectacular. Durante la subida me he cruzado con varias personas, todos franceses. En las guías marca cinco horas desde Bujaruelo pero yo he tardado seis. Ese despiste me ha hecho perder bastante tiempo. Miro hacia el otro lado y veo que me espera una fuerte bajada. Al principio me encuentro con varios neveros que atraviesan los montañeros que suben, pero que yo prefiero evitar yendo por las rocas que lindan con ellos. Luego el camino se normaliza y después de una bajada muy directa llego al refugio de Oulettes de Gaube (2151 m). La estupenda estampa de la que debía  disfrutar no será posible ya que una espesa niebla nos impide ver la cara norte del Vignemale. Fuera del refugio hay numerosas personas, creo que todas están esperando a que se abra un poco la niebla para hacer la fotografía de rigor. A momentos se disipa un poco y nos deja ver la roca, pero no nos regala una imagen completa. Decido pararme para comer algo y disfrutar del entorno. Me compro una Coca-Cola (4 €) y me relajo durante 15 o 20 minutos. Como veo que la niebla es persistente decido continuar. Son las dos la tarde aproximadamente.

Les Oulettes de Gaube




Iniciando la subida a la Hourquette las nubes nos dejan ver un poco la cara norte del Vignemale

La subida a la Hourquette d´Ossuoe está muy bien señalizada. Al inicio de la subida hay un momento en que la niebla se abre bastante y obtengo la mejor vista que tendría de la cara norte del Vignemale. Rápidamente la niebla se cierra como diciendo "vale, vale, ya habéis tenido bastante" y realizo toda la ascensión inmerso en la bruma, pero con buena visión del camino. Me cruzo con bastantes personas "bon jour, bon jour" me dicen todas y yo les respondo "hola, bon jour, bon dia". La subida es dura y continua pero la hago bien a pesar de todo el peso que llevo en la espalda. Atravieso algunos neveros con nieve y antes de lo esperado llego al collado (2734 m). He tardado 1 h 45 min desde les Oulettes. Ante mi, se extiende todo un  paisaje de niebla pero se ve claramente el refugio de Baysellance (2651 m). No debe estar a más de un cuarto de hora. Me siento un rato a disfrutar del paisaje, la niebla se abre y se cierra rapidamente, como jugando con nosotros. A mi derecha queda el Petit Vignemale, que también a momentos se deja ver, pero que rápidamente se vuelve a camuflar. Me encuentro bien, me gusta estar ahí. Además no ha llovido. Son las 15:45 y a momentos pienso en subir al Petit Vignemale (3032 m) dejando la mochila alli. Solo hay una hora de subida. Pero rápidamente lo descarto, creo que con las condiciones del día es mejor dejarlo así. Vuelvo a cargar mis espaldas y me dirijo hacia el refugio.



La Hourquette d´Oussoueu desde el refugio de Baysellance. A la izquierda, el Petit Vignemale.

Me atiende una chica que habla un perfecto castellano y eso me produce un gran alivio. Le explico que tenía una reserva para dos pero que a última hora mi compañero no ha podido venir por un problema de salud. No hay problema, no me cobrarán su plaza, solo la parte pagada como reserva. Me asigna habitación y litera y concretamos la hora de la cena (a las 18:30) y del desayuno del día siguiente (5:30). Durante la espera, me pongo unos Compeeds en las rozaduras que me han salido en los talones, producto de la falta de costumbre de usar botas de montaña. Estoy mcho más acostumbrado a utilizar zapatillas de trail. Me sobra tiempo hasta la hora de la cena y dejo preparado el saco y todo lo necesario para dormir. Más tarde, durante la cena, comparto con una pareja de vascos mis experiencias y ellos conmigo las suyas. Dos franceses que iban solos como yo también están a mi lado. Hablan un muy correcto castellano y me explican sus planes. Al día siguiente coincidiría con ambos en distintos puntos de mi camino. La cena es correcta, no tan buena como en Bujaruelo, pero está bastante bien. Antes de las nueve de la noche ya estaba instalado en mi saco. Al fin y al cabo llevo despierto desde las cinco de la mañana y he caminado más de 21 kms por alta montaña, con unos 2000 m de desnivel positivo y un peso considerable en mi espalda. Además, al día siguiente tengo una larga etapa por delante. Hoy solo he tardado unas nueve horas y media, bastante menos de lo que pensaba, pero estoy muy cansado.

Martes 14 de Julio.

Suena la alarma del reloj a las 5:15 de la mañana. Recojo el saco y todas mis cosas y bajo al comedor del refugio. Silencio total, aún no hay nadie. Decido salir fuera para echar un vistazo y sentir la temperatura. Estamos a 2650 m de altitud y es muy temprano pero no hace nada de frío. La vista es espectacular. Un mar de nubes inunda todo el valle pero el cielo está totalmente despejado. Ante mis ojos se extiende las montañas de Ordesa: Los Astazous, Pico de Marboré, El Casco, Brecha de Rolando, Punta Bazillac, El Taillón y Los Gavietos. He tenido premio. Ayer no se veía nada pero hoy parece que voy a disfrutar de las vistas. Un excursionista francés sale del refugio y se queda prendado con la magnífica panorámica. Me hace gestos para indicar que no sabe si las nubes del valle se disiparán o subirán hacia arriba. Ambos esperamos que esto segundo no ocurra. Vuelvo a entrar en el refugio y el desayuno ya está preparado. 



No pierdo tiempo y me pongo a comer, con poca hambre la verdad. Como, preparo la mochila y espero que se haga más de día para iniciar mi marcha. También me hago un poco el remolón a ver si sale gente delante mío ya que no sé si el glaciar es mejor subirlo por alguna zona en concreto. Como veo que no sale nadie, a las 6:15 me pongo en marcha. Primero hay que bajar un poco por el GR y en unos 20 minutos encuentro una indicación hacia la derecha. La tomo y empiezo a subir por camino hasta llegar a la base del glaciar. Dos personas se me han adelantado y ya están progresando por él. Me paro y me pongo los grampones. Creo que los llevo bien puestos pero, al dar dos pasos, el de mi pie izquierdo se afloja y la bota se sale de él. No puede ser. He probado en casa varias veces, he dado golpes con ellos puestos para comprobar que aguantarían pero no ha sido así. Me doy media vuelta y repito la operación, apretando más las correas. Esta vez me aguantan uns 50 metros y me pilla en una zona con bastante desnivel y me siento apurado. Aguantando con el piolet consigo volver a colocarlo. Voy pisando con cuidado de no hacer movimientos bruscos y consigo superar esa primera zona de más desnivel y llegar a otra más suave. Me paro a beber agua y coincido con dos personas que estaban también en el refugio. Sigo avanzando con cuidado y voy por unas trazas ya hechas de las personas que iban delante mío. De momento me van aguantando.



Miro la orientación que llevan y veo que van hacia a la base de la pared de la derecha, justo debajo del Petit Vignemale. Yo hubiera progresado más por el centro del glaciar pero sigo las trazas. La última parte es bastante inclinada y, como no, justo aquí se me vuelve a flojar el grampón del pie izquierdo. En una posición delicada logro volver a colocarlo y llego a la pared. Allí respiro un poco y me propongo colcarmelos de nuevo a conciencia. Es evidente que algo no hago bien pero no sé ver el qué. Un chico francés, baja por la roca. Había subido al Petit Vignamale y desde la base que da al circo se ha ahorrado un buena parte del glaciar. Me ayuda con los grampones, pero al salir los problemas se vuelven a repetir. En fin, que voy avanzando como puedo y casi sin darme cuenta ya estoy arriba. Esperaba un tramo de roca que había que grimpar pero la nieve llegaba prácticamente hasta la cima del Pique Longe (3298 m). Las vistas son estupendas en todas las direcciones. El cielo es azul y parece que el día nos acompañará.

Vistas desde la cima



Decido seguir a mi acompañante francés y hago parte de la cresta. No sé exactamente en que punto, antes de subir al Montferrat, decido bajar. Estoy demasiado tenso pensando en la bajada y en mi maldita torpeza con los grampones. Aún así disfruto de la cresta y de sus cortados espectaculares. Una vez llegado de nuevo a la base del glaciar repito la misma operación que ya he hecho hoy demasiadas veces, Le tengo más respeto a la bajada que a la subida. Pero por suerte la nieve está más blanda y me siento más seguro. Bajo despacio sin gestos ni movimientos bruscos y consigo ¡oh, milagro!, llegar al final del glaciar de una tirada. Ya puedo respirar tranquilo, estoy en el camino, aunque he invertido unas cinco horas entre subir y bajar. 



Me quito los grampones y los guardo en la mochila. También coloco el piolet y saco los bastones. Ya puedo tirar para abajo. En mi imaginación hacía la Vall d´Oussoeu como un valle abierto y con un descenso relajado. No se por qué, son esas cosas que nos pasan por la cabeza. Pero nada de nada, el descenso es bastante directo y el valle se estrecha en algunos puntos.

Descenso por la Vall d´Oussoeu




No me pareció un camino especialmente cómodo aunque era más un problema mío. No estoy acostumbrado a la botas de montaña y mis pies sufren mucho en las bajadas Me dolían los dedos y la bajada se me hizo más larga de lo esperado. Aún así, pude apreciar la belleza del valle y todos los rincones que se forman con la bajada de las aguas. Veo la salida del valle y la Barrage d´Ousseau (1834 m) pero aún me queda un rato hasta llegar allí. Una vez abajo se anda un rato en llano hasta la pequeña presa. Aquí me encuentro a dos excursionistas con los que había coincidido en el refugio de Baysellance. Uno de ellos había bajado el glaciar del Vignemale con una tabla de surf. Les pregunto por donde sigue el camino hacia la Cabana de Lourdes. 



No hay problema, hay que seguir por el GR. Después de una ligera subida la senda sigue por prados verdes. Es una zona bonita y muy agradable. En la Cabana de Lourdes (1947 m) me paro a comer. Aquí debo abandonar el GR. Me quedan unos 400 m. de desnivel positivo pero por buen camino y sin grandes rampas. Voy subiendo bien hasta llegar al Puerto de Bernartuara (2338 m). Bajo al Ibón y subo al collado de la banda española. El móvil me empieza a sonar indicándome que tengo cobertura. Aprovecho para comunicarme con Mayte ya que no he podido hacerlo en estos dos días. Me quedan dos horas para llegar a Bujaruelo. 


Collado e Ibón de Bernartuara

Ahora me toca afrontar una bajada de 1000 m de desnivel. Ya la conozco, la he bajado un par de veces anteriormente. Tal y como llevo los pies  sé que me tocara sufrir un poco .Bajo sin prisa pero sin pausa y efectivamente en dos horas estoy abajo. Son las 18: 10. Ha sido una larga jornada de doce horas.

 
Llegada a Bujaruelo

Cuando llego al coche no siento casi ni alegría. Lo primero que hago es quitarme las botas y estar un rato descalzo por la hierba. Esto me alivia un poco y me empiezo a recuperar. Me lavo y me cambio de ropa. Me tomo una hamburguesa con patatas fritas, dos Coca-Colas y un café. Empiezo a sentirme mejor. A las 19:30 cojo el coche y las 12 de la noche llego a Terrassa. Estoy cansado pero muy satisfecho de la travesía. Una buena ducha, un rato de sofá y por fin a descansar. Me lo he ganado.


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