Me gusta el rock desde los
catorce años. Cuando escuché el Made In Japan de Deep Purple después de varias
veces supe que aquello era lo mío. Después vinieron muchas bandas y muchos
discos llegando a cotas de emoción y entusiasmo muy altas. Por citar a algunas
destacaría a Led Zeppelin, Ted Nugent, Rory Gallagher, Lynyrd Skynyrd, Lou
Reed, Neil Young, Pink Floyd y un largo etcétera de grupos y artistas hasta
llegar a la banda más importante para mí a nivel personal: RUSH. Después de
bastantes años de escuchar y vivir el rock estaba saturado y necesitaba un
cambio. Este me lo proporcionó el jazz y durante bastantes años cambié a las
bandas que he mencionado por otros nombres como Miles Davis, Pat Metheny, John
Coltrane, Dexter Gordon, Ron Carter, Ray Brown, Charlie Parker y otro largo
etcétera de nombres ilustres y piezas fundamentales en la historia de la
música. Además tuve la oportunidad de asistir a muchos grandes conciertos en La
Nova Jazz Cava de Terrassa y me siento muy afortunado por haber vivido y
disfrutado esa época tan estupenda. Tenía mis vinilos de rock guardados en un
armario y mi viejo plato también. Un buen día sentí la necesidad de escuchar de
nuevo aquellos temas que me habían hecho vibrar tanto. Me tuve que comprar un
plato nuevo y empecé a remover entre los discos a ver por cuáles me decidía
aunque en realidad ya lo sabía. Después de varias escuchas cogí el disco “A Farewell
to Kings” (1977) de Rush. Cuando empezó a sonar mis emociones se desbordaron de
tal forma que hasta yo me sorprendí. ¡Qué pasada!, ¿cómo podía haber estado
tanto tiempo sin escuchar todo aquello? Luego escuché “Hemispheres” (1978) y
casi rompo a llorar. Explico todo esto porque he tenido los mismos sentimientos
estos días al ver el documental “Rush: Beyond The Lighted Stage” (2010). Me lo
ha regalado mi hijo Aitor esta Navidad y se lo agradezco profundamente. Ha sido
todo un detalle y un gran acierto por su parte.
Supongo que muchos ya lo habréis
visto y que ya voy tarde. Recuerdo que el amigo Wester me lo recomendó hace
bastante tiempo pero mi poca destreza con la tecnología hizo que no lo pudiera
ver y me olvidé. Ahora que lo he visto entiendo sus comentarios y su
insistencia para que lo viera.
Conocí a Rush con 18 años, o sea
en el año 1982. Solía acudir a un bar musical de Terrassa llamado Chrysalis, en
la calle de La Rasa, donde ponían muy buena música. Un día escuché un tema que
me llamó mucho la atención y que no
conocía. Después de varios días de escuchar esa canción le pregunté al
disc-jockey qué era aquello. Me dijo que era una banda llamada Rush y me apuntó
el título del disco: “A Farewell to Kings”. El tema se titulaba “Xanadu” y me
parecía increíble. Estuve buscando el disco pero estaba descatalogado y no lo
encontraba. Así que me olvidé porque aún tenía muchas bandas por descubrir.
Pero la vida estaba empeñada en que no me olvidara de Rush y el día 5 de Enero
de 1983, el día de mi decimonoveno
cumpleaños, Mayte se presentó en la puerta de mi trabajo a las ocho de
la mañana con un regalo. ¡Qué detalle más bonito! No había encontrado el disco
que yo buscaba pero acababa de editarse “Signals” (1982) y pensó que era una
buena idea regalármelo. El disco me gustó pero era diferente a lo anterior. Había mucho teclado aunque tenía grandes temas. Pero había una cosa que no me
convencía y era el hecho de que un mismo músico tocara el bajo, los teclados y
además cantara. Creo que una banda de rock ha de ser capaz de tocar los temas
de sus discos en vivo de la forma más fiel posible y pensaba que Rush no podía
cumplir con ese requisito por lo que mantuve una cierta distancia con aquel
disco aunque me gustaba. Años después fue uno de mis trabajos favoritos. Pero aún tuvo que pasar un tiempo y tuve que cumplir con mis obligaciones patrióticas y hacer el servicio militar. En ese periodo además de rock disfruté bastante con la "movida" española con grupos como Golpes Bajos, Radio Futura o Parálisis Permanente.
Después de licenciarme llegó a mis manos
el disco “Permanent Waves” (1980), creo que era del Wester y también me gustaba
bastante aunque se me hacía un poco pesado de escuchar. Aun así lo grabé en una
cinta de cassette y lo devolví. Algunos días después, volviendo a casa después
de salir por la noche, iba escuchando este disco en mi Simca 1000. Antes de
llegar a casa, en un momento de inspiración, toda esa música me entró de golpe como un torrente incontrolable de energía. No me podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? ¡Qué bueno era aquello! Hasta que no lo escuché entero no subí a casa y a partir de ese día supe que me tenía que dedicar a conocer la discografía de Rush aunque aún no era el momento ya que estaba muy ocupado en prepararlo todo para unír definitivamente mi vida a la de Mayte.
Decidí ir poco a poco para poder
sacarle partido a cada trabajo. Como los discos de Rush no eran fáciles de
encontrar en Terrassa los pedía por encargo en una tienda que se llamaba Record
Pool. Empecé por el primero de la discografía de título “Rush” (1974). Ya vi
que era bastante distinto a lo que conocía, era más guitarrero y simple, pero
también me gustó y entendí que la mejor forma para disfrutar de cada disco era
seguir su orden cronológico y creo que fue un
acierto. Así conocí “Fly by Night” (1975), “Caress of Steel” (1975),
“2112” (1976) y su primer doble en directo “All the World´s a Stage” (1976) y
cada día me gustaban más. Un día fui a Barcelona y pasé por discos Castelló y
miré a ver si tenían algo de Rush. ¡Qué pasada, tenían un montón! Me tiré la
manta a la cabeza y compré todo lo que no tenía: “A Farewell to King”,
“Hemispheres”, “Permanent Waves”, “Moving Pictures” (1981), “Grace Under
Pressure”(1984) y “Power Windows”(1985). Ya no me dosifiqué y me dediqué en
cuerpo y alma a escuchar estos discos. Imaginaos como me sentí cuando descubrí
“Moving Pictures”, posiblemente el mejor disco de Rush y seguro que uno de los
mejores de la historia del rock. En cambio “Power Windows” me costó de asimilar
con todos esos sintetizadores, aunque debo reconocer que con el tiempo ese
trabajo también me acabó gustando mucho.
Seguía manteniendo mis dudas respecto
al potencial en directo de la banda. El primer directo “All the World´s a
Stage” pertenece a la época en la cual aún no utilizaban teclados y los temas
no eran tan complejos como los de su segunda época. Una noche estábamos
haciendo vivac en una bauma en el Camí de la Font Soleia, en Sant Llorenc del
Munt. Estábamos en el saco de dormir mirando las estrellas y charlando
tranquilamente. Prácticamente nos íbamos a dormir cuando nuestro amigo Juan
Carlos llegó con su radiocasete. Evidentemente nos revolucionó y nos dijo que
traía material de Rush que no conocíamos. El disco era el doble en directo
“Exit…Stage Left” (1981) y resolvió todas mis dudas sobre la capacidad de Rush
de tocar esos temas en vivo. Aquella noche, en la montaña, pude disfrutar por fin,
sabiendo que lo que había en los discos de estudio era posible tocarlo en
directo por un trío. Cada tema que escuchaba era celebrado por mí con un enorme
entusiasmo. Fue una gran noche.
A partir de aquí todo se aceleró.
Nuestro amigos Tomás y Andrés abrieron un bar musical y le llamaron “La Villa
Strangiato” (temazo del disco Hemispheres) y cada fin de semana acudíamos a
escuchar los discos de Rush (y de otras bandas) entre alcohol, humo y muchas
ganas de diversión. Mi cuñada Marisa también puso su granito de arena y en una
ocasión que estuvo en Madrid tuvo el detalle de regalarme un par de videos que
encontró. Uno era la grabación de la gira “Grace Under Pressure” de 1984 y el
segundo era un recopilatorio de video clips de título “Trought the Camera Eye”.
Ya hacía tiempo que tenía el video “Exit..Stage Left” y cualquier excusa era
buena para acudir a mi casa a ver una y otra vez estas filmaciones.
La vida seguía y la fiebre por
Rush fue normalizándose aunque esperábamos con ansia nuevos trabajos. Su disco
“Hold Your Fire” (1987) fue una pequeña decepción pero nada comparable con la
de “Presto” (1989), para mí su peor trabajo de los que yo conozco. “Roll the
Bones” (1991) supuso una mejoría aunque para mi gusto bastante lejos de
aquellos memorables trabajos de su época dorada. Entre medias de todo esto se
editó “A Show of Hands” (1989) otro doble en directo y video de la gira. Pero
en esta tiempo ocurrió un hecho muy destacable que marcó para siempre el idilio
mío y de otros amigos con Rush.
Nos enteramos que había un pub de
Barcelona que organizaba un viaje a Londres para ver a Rush en directo. Muchos
amigos decidieron que iban a ir. Yo ya tenía a mis dos hijos: mi hija Arantxa
iba a cumplir cinco años y Aitor dos. El problema es que el concierto era en plena
Semana Santa. Esos días siempre íbamos en plan familiar con nuestras amistades
normalmente a la montaña y dejar a mi familia para irme yo a Londres a un
concierto me parecía un poco egoísta. Mayte me sacó de dudas enseguida y me
dijo que me fuera a Londres, que ellos se irían igualmente sin mí. Creo que
nunca se lo he agradecido lo suficiente. Supongo que sabía lo que representaba para mí ver a Rush y también supongo que valoró que si no iba mi mal humor
podría llegar a límites insospechados. Así que en la Semana Santa de 1992 mi
familia se fue a una masía alquilada a Sant Pau de Seguries y yo me fui a
Londres a ver a Rush.
Llegamos a Londres sobre la una
de la madrugada. Teníamos entradas para un concierto pero ellos actuaban dos
días seguidos. Por la mañana nos dirigimos a la tienda de discos Virgin y
compramos también entradas para la otra actuación que era esa misma noche en el
Wembley Arena. Como sacamos las entradas el mismo día eran entradas al fondo
del pabellón. Me sorprendió que las entradas fuesen numeradas y todo el mundo
ocupara su asiento. Incluso si alguien llegaba tarde unas acomodadoras, como en
el cine, acompañaban a las personas hasta su localidad. Tampoco se podía fumar
y las cervezas eran de baja graduación. Todo eso no fue problema para disfrutar
del concierto a tope. Como estábamos en una zona algo alejada y no teníamos
gente detrás nuestro podíamos estar de pie y moviéndonos. No entendía como el
público podía permanecer sentado ante aquella avalancha de música. Yo disfruté
de lo lindo y para ser sincero prácticamente no vi el concierto. Lo pasé con
los ojos cerrados, disfrutando de lo que estaba escuchando y a veces me decía a
mí mismo “abre los ojos y mira, estás en un concierto, está tocando Rush” pero
la emoción y la pasión me impedían abrirlos y me encontraba en un estado de
éxtasis. Sabía que ellos estaban allí y que lo que escuchaba no era ningún disco.
También sabía que al día siguiente los volvería a ver y ya haría el esfuerzo
por mirar, pero ese día me dejé llevar. Salimos del concierto en una nube y con
ganas de volver a disfrutar de aquel gran espectáculo. En el segundo concierto
teníamos las localidades en un lateral pero bastante más cerca del escenario
que la noche anterior. Me lo tomé con más calma y estuve más atento a lo que
ocurría delante de mis ojos. Como estábamos rodeados de gente no podíamos estar
de pie ya que si alguien se levantaba todos los de detrás también debían
hacerlo. A veces era inevitable el levantarse pero los ingleses no se
enfadaban. Al revés, aprovechaban y así se levantaban y se movían también. Yo
creo que en el fondo les gustaba y les servíamos de excusa para desmadrarse un
poco.
En los dos conciertos acudimos
con una pancarta reclamando su presencia en Barcelona pero evidentemente no
tuvimos éxito. Y esto es algo que les reprocho. Una vez, en una entrevista, les
preguntaron por qué no venían a España y la explicación que dieron fue que su
nivel de ventas aquí era muy bajo. La mayoría de mis discos son ediciones
holandesas y estoy seguro que si vinieran llenarían el Palau Sant Jordi.
Vendrían fans de toda España y seguro que de Francia. Los seguidores de Rush
son muy fieles y creo que deberían tener un poco más de consideración hacia los
fans de aquí.
Después de los conciertos de
Londres todo se fue relajando. Mi afición al rock fue en descenso y cada día me
interesaba más el jazz. Los nuevos disco de Rush no me entusiasmaban y
“Counterparts” (1993) fue el último trabajo que compré y es el único que tengo
en formato CD. Es un gran disco pero ya no me entusiasmó. El resto no los
conozco a excepción de su último trabajo de 2012 “Clockwork Angels” que al
principio parecía que sí, pero a las
pocas escuchas dejó de interesarme. Antes editaron “Test For Echo” (1996),
“Vapor Trails” (2002), “Feedback” (2004, álbum de versiones), “Snakes &
Arrows” (2007) y diversos ábumes en directo. Tocan muy bien, su sonido es
excelente, si analizas los temas todos son perfectos pero no me emocionan. ¡Qué
le vamos a hacer!
Después de ver la película
“Beyond The Lighted Stage” me han dado ganas de conocer todos esos discos que
no he escuchado pero me da mucha pereza y no tengo ganas de llevarme una
decepción. Es mejor no forzar las cosas. Lo que sí me ha dado un poco de
envidia es saber cómo se identifican sus fans anglosajones con las letras de
sus temas. Soy consciente que me he perdido una parte importante de su música
al no conocer sus letras y también sé lo importante que es poder cantar una
canción y que la letra te diga algo. Pero en este caso ya no podrá ser aunque
me las aprendiera de memoria ya que no es mi lengua. Aún así no estaría mal
encontrar algún libro con las letras de todos sus temas en versión original y
traducidas.
Este verano celebramos en
Vacarisses la segunda edición de la “Merienda Rock” que es una fiesta al aire
libre que organizamos entre antiguas amistades para reencontrarnos y disfrutar
de la música que nos apasionaba hace años y con la que lo habíamos pasado tan
bien. En uno de los ratos en los que yo “pinchaba” puse “Xanadu” para deleite
de todo el personal. Esa introducción es irrepetible y te mantiene en un estado
de excitación tal que cuando empieza el tema en sí ya estás a cien por hora.
Parece que hablemos de sexo, pero no, es música, es rock, es Rush.
Por último solo quiero añadir que
aunque no soy mitómano y nunca me ha interesado especialmente nada sobre los músicos salvo su vertiente artística debo reconocer
que me siento orgulloso de ser fan de esta banda. En la película hablan sobre
sus crisis como grupo pero por encima de todo el valor que los une es una gran
amistad y un gran respeto. Y eso se nota
Nota. Para
no tener que arrepentirme de mis palabras hace unos días que escucho en mi
coche su último trabajo “Clockwork Angels”. La verdad es que hay momentos muy
brillantes donde bajo, guitarra y batería alcanzas niveles de gran inspiración.
Seguiré escuchando a ver qué pasa.
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