Este domingo participé por primera vez en esta carrera de 30 kms. de recorrido y que da dos vueltas a un circuito de 15 kms. También se puede optar por hacer una sola vuelta. La idea de esta prueba es realizar un test de cara a la Marató de Barcelona el día 16 de Marzo, es decir, de aquí a tres semanas. Cuando entreno para una maratón no suelo hacer tiradas tan largas pero este año me he decidido a hacerla aunque no tengo claro los beneficios de hacer un esfuerzo como este a tan poca distancia de la maratón. Yo me he quedado con dudas sobre cual puede ser mi rendimiento en ese día.
De todas formas, mi idea era salir a un ritmo de 4:35 minutos el quilómetro, unos segundos más lento de lo que me gustaría hacer la maratón. Así y todo he acabado bastante justo de fuerzas y eso es precisamente lo que me genera dudas de cara a correr 42 kms. También sé, por experiencia, que cada carrera es un mundo y mentalmente te adaptas a la distancia que vas a correr ese día, y por lo tanto en todas las carreras acabas sufriendo los últimos quilómetros independientemente de la distancia que recorras.
El desarrollo de la prueba ha sido algo anormal a lo que estoy acostumbrado. A mí me gusta llegar con tiempo, calentar bien y situarme pronto en la zona de salida para ubicarme en un buen lugar siempre de acorde a mi nivel u objetivo. Llegar pronto sí que lo hice pero no pude hacer todo lo demás. La razón es que al llegar a la carrera me paré a tomar un café en un bar. Allí me encontré con toda el grupo de corredors.cat que hacen de liebre y como yo pensaba ir en uno de estos grupos para que me llevaran a un ritmo constante me uní a ellos. Fuimos a cambiarnos con tiempo pero todo el proceso para colocarse las banderas que identifican el objetivo o marca a cumplir tiene su intringulis. El caso es que para que esas banderas no se muevan demasiado y los que las llevan puedan correr con comodidad hay que ponerse unos arneses muy ajustados y no es que sea difícil pero la cosa se complicó un poco bastante. Al final llegamos a la zona de salida con menos de cinco minutos de margen antes del pistoletazo de salida y con toda la zona abarrotada de corredores. No pude calentar y me tuve que colocar donde buenamente pude. Además perdí el contacto con el grupo con el que tenía que correr y no veía la bandera por ninguna parte.
Dan la salida y el primer quilómetro es bastante caótico e incluso peligroso pero pronto se puede correr bastante bien. Cojo un ritmo cómodo pensando que mi liebre venía detrás y que cuando me atrape ya me engancharé con el grupo. No los veo ni delante ni detrás y cuando me encuentro con otro corredor que tenía el mismo objetivo que yo me comenta que la liebre va bastante por delante. Sé que no puedo acelerar para alcanzarla porque lo acabaré pagando y decido ir a mi ritmo y voy compartiendo quilómetros con el corredor al que pregunté. No llevo reloj porque lo he perdido, creo que me lo ha cogido mi nieto y lo ha escondido, aunque tampoco lo puedo asegurar. Así que corro sin referencias y solo por sensaciones. Me encuentro bastante bien y pasado el km. 13 diviso a lo lejos el grupo que buscaba. No me vuelvo loco y decido seguir igual y finalmente en el km. 20 les doy alcance. Pero supongo que he hecho más esfuerzo del debido y en el km. 23 veo como poco a poco me voy quedando atrás. Me resigno a ello y voy otra vez solo aunque el grupo nunca se me ha ido más de 100/150 metros delante mío y mantengo el contacto visual. Los últimos 5 kms. se me hacen bastante duros y el perfil del final y el viento de costado no ayudan. Aún así aguanto bastante bien y acabo más o menos en el tiempo previsto. Mi marca final ha sido de 2:18:34 y la posición la 385 de 1872 llegados a un promedio de 4:37 min/km.
Me quedo con dudas de cara a la Marató de BCN. Creo que estoy en disposión de afrontar el sub 3:15 pero me haría mucha ilusión bajar de 3:10 y conseguir mi mejor marca. Lo intentaré y la carrera me pondrá en mi sitio.
martes, 25 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
Triatlón dominical
A lo largo de mi vida las tardes
de los domingos han ido pasando por diferentes fases. Cuando era más joven si
el fin de semana había resultado satisfactorio por las actividades que había
llevado a cabo permanecía el rollo agradable de recordar lo vivido y
normalmente acabamos acudiendo (Mayte y yo) al lugar de encuentro habitual con
nuestras amistades para compartir la experiencia. A veces alargábamos los
encuentros hasta después de la medianoche en un intento de exprimir el fin de
semana hasta la última gota. Si no habíamos hecho nada especial también
agotábamos el domingo intentando recuperar el tiempo perdido.
Más adelante, cuando no hacíamos
nada especial, las tardes de los domingos se convirtieron en tediosas y
aburridas. Los pensamientos estaban puestos en la expectativa de una desagradable
mañana de lunes y se podría decir que
eran unas tardes desaprovechadas. Este comentario lo he escuchado a muchas
personas a lo largo de mi vida. El mejor momento del fin de semana era el
viernes por la tarde al finalizar la jornada laboral y el peor el domingo por
la tarde. Evidentemente esto va relacionado con el nivel de satisfacción que
obtengas en tu dedicación laboral.
Con los años he ido aprendiendo que la vida hay que saborearla en cada momento y no nos podemos permitir el lujo de desaprovechar el tiempo en pensamientos inútiles y negativos. He convertido el domingo en un día agradable y satisfactorio y a no ser que tenga un compromiso especial o una salida de fin de semana (cosa cada vez más infrecuente debido a mi situación económica) disfruto de una rutina dominical de la que no me canso a pesar de que ya hace algún tiempo que la practico. Lo denomino triatlón dominical:
“Me levanto temprano (sobre las 7
o 7:30) y salgo a correr por la montaña. Si estoy entrenando para alguna
carrera lo alargo más pero si no sobre las 10:30 o las 11 ya estoy en casa. Me
ducho y salgo a comprar el pan y a tomar un café. Luego vuelvo a casa y preparo
el sofrito de la paella y si me da tiempo me voy a dar una vuelta con mi nieto
Quique o quedo con algún amigo para hablar un rato y tomar algo. Después, en
casa hacemos el vermut , nos comemos la paella y nos echamos una buena siesta. Por la tarde bajamos al centro de Terrassa en moto y vamos al Cine Catalunya y disfrutamos del placer de ver una buena
película en una pantalla grande con total tranquilidad. Antes, Mayte y yo nos
paramos a tomar un café y hablamos de nuestras cosas: nuestros planes,
inquietudes, pensamientos, etc. Después de la proyección volvemos a casa a eso
de las 21:30 de la noche con las pilas cargadas y con la satisfacción de haber
disfrutado de un domingo agradable”.
No nos hace falta nada más y es
suficiente para iniciar una semana más con un buen estado de ánimo. Lo
recomiendo a cualquiera que quiera practicarlo. Tampoco pasa nada por quedarse en casa leyendo o simplemente no hacer nada, siempre y cuando nos aporte placer o tranquilidad.