martes, 30 de octubre de 2018

07/10/2018 Maratón y viaje a Budapest

¿Correr el Maratón de Budapest? Hace varios años que sentía atracción por participar en este maratón y por conocer esta ciudad. Este año hemos tenido la posibilidad de coger unos días de vacaciones por esas fechas por lo que después de pensármelo bastante, en el mes de Agosto me decidí finalmente a inscribirme y preparar el viaje.

Debo decir que ha sido todo un acierto visitar esta maravillosa ciudad y he podido completar mi maratón número 22, no de la manera que me hubiera gustado pero la he acabado al fin y al cabo. Teniendo en cuenta las circunstancias personales en las que he llegado puedo estar contento.

Llevo un año extraño en lo que concierne a mi forma física y por qué no decirlo a mi estado de ánimo. Estuve todo el mes de Enero lesionado lo que me hizo renunciar a participar en el Maratón de BCN y no he podido realizar ningún medio maratón. Por lo tanto he comenzado la preparación para Budapest en un bajo estado de forma, con poco fondo (a pesar de haber hecho dos maratones de montaña y un ultra) y poco ritmo de competición. Tampoco ayuda mi motivación, me cuesta obligarme y el hacer el turno de tarde en el trabajo no me ayuda mucho.

Durante el mes de Julio, en mis vacaciones en Tossa de Mar, entrené bastante pero mis sensaciones no eran buenas. Luego, entrenar en Agosto (ya trabajando) tampoco es la mejor época para preparar un maratón ya que el clima limita muchos los horarios y a mí me cuesta mucho entrenar a primera hora de la mañana, mi cuerpo se resiste mucho. Aún así, me he obligado y no he dejado de hacer ningún entrenamiento con sus correspondientes tiradas largas y series.

Día 1. Barcelona-Budapest.

A las 9:30 de la mañana salía el vuelo del Aeropuerto del Prat con destino a Budapest. Después de pasar por las diferentes colas correspondientes llegábamos por fín a nuestro asiento en el avión. Nunca me ha gustado volar, mi sensaciones en el aire son de intranquilidad. En otra época de mi vida realmente lo pasaba mal ya varios días antes. No fue así en esta ocasión y disfruté bastante del vuelo y de las preciosas vistas al sobrevolar el mar Mediterráneo. Llegamos a Budapest a la hora prevista (12:15). Al salir y recoger el equipaje facturado nos dirigimos a la terminal de autobuses que se encuentra en la misma puerta del aeropuerto. Compramos una tarjeta de transporte de una semana de duración para cada uno (4950 HUF-florines, algo más de 15€). Estas se compras en unas máquinas expendedoras al lado de la parada y puedes elegir el idioma (está en castellano). Nos salió realmente a cuenta más teniendo en consideración la excelente red y la frecuencia del transporte público en esta ciudad. El autobús nos dejó en la línea 3 de metro y aquí enlazamos con la 2 hasta la estación de Széll Kállman Ter donde se encontraba nuestro hotel. Algo alejado del centro, en la parte de Buda, pero con una excelente red de metro, tranvía y autobús. Pasadas las 14:30 ya estábamos en la habitación. Llevábamos levantados desde las 5 de la mañana así que decidimos echarnos una siesta y salir a dar una vuelta un poco más tarde.

El Parlamento
Esa tarde la pasamos paseando, primero por la orilla del Danubio, con unas vistas preciosas del omnipresente edificio del Parlamento. Luego pasamos a Pest por el famoso Puente de las Cadenas (Szécheny landhid). Callejeamos un rato por el centro hasta la plaza Erzsébet donde nos comimos unas excelentes hamburguesas en un kiosco con algunas mesas regentado por montenegrinos. Suerte que todo está en inglés porque el húngaro es realmente un idioma totalmente ajeno a nuestro conocimiento.

Puente de las cadenas
Vista desde el Puente de las Cadenas
Después de esto ya nos volvimos al hotel a descansar. Al día siguiente había que ir a recoger el dorsal.

Metro de Budapest
Día 2. Recogida de dorsal. Contacto con la ciudad.

Por la mañana nos levantamos y nos dirigimos al comedor del hotel. El desayuno era excelente y hemos podido disfrutar de él durante seis días. Con mi bajo nivel inglés le explico a uno de los trabajadores si al día siguiente sería posible desayunar un poco antes de la apertura del comedor ya que a esa hora debo estar ya de camino a la salida. Me responde que lo pregunte en recepción pero que en el peor de los casos me pueden dejar una bolsa preparada con algo. En recepción me dicen que no hay problema y que si voy 15 o 20 minutos antes puedo pasar tranquilamente a desayunar. Nos vamos sin tener claro que me encontraré al día siguiente pero parecen gente seria y confío que será así. Desde Széll Kállman ter cogemos el tranvía num. 6 hasta Petöfi hid y desde aquí andamos unos 10 minutos hasta el Centro de Carrera donde recojo el dorsal y sitúo los puntos de interés para el día siguiente: vestuarios, duchas y guardarropa.

Plaza de los Hèroes
La Sinagoga
Nos queda mucho día por delante. En cualquier manual del corredor de maratón está escrito que el día antes no lo dediques a hacer turismo, ir de arriba a abajo de la ciudad, visitar museos o monumentos, etc. En esta ocasión no hice caso y nos pasamos el día dando vueltas por la ciudad visitando los puntos más emblemáticos de ésta: Plaza de los Héroes (Hösok tere), Sinagoga, Basílica de San Esteban (Svent István), alrededores del Parlamento y por último subimos a la explanada del castillo. Así nos hicimos una idea de todo lo que teníamos que visitar. Utilizamos muchísimo el transporte público e hicimos algunas paradas para descansar y tomar algún que otro café.

Vistas desde las alturas de la Iglesia de San Esteban
En los alrededores del Parlamento
Vistas desde la explanada del castillo
Antes de las 8 de la tarde estábamos cenando en un restaurante italiano del centro en el que nos habíamos fijado el día anterior. Hay muchísimo ambiente por todas las calles y un clima realmente bueno. En el restaurante nos preguntan si teníamos reserva, cosa que no habíamos pensado, pero finalmente pudimos cenar ensalada y un buen plato de pasta (manual del maratoniano). El local era excelente y muy moderno, como muchos locales de Budapest. Durante la cena le comento a Mayte que no estoy conectado con el maratón, no estoy nervioso como siempre lo he estado en los 21 anteriores. Tampoco estoy ilusionado y tengo muchas, muchas dudas. Jamás me había planteado en un maratón la posibilidad de no acabar, bueno sí, en el primero. Me fastidia ya que siempre ha sido un momento especial el día anterior a la carrera pero en esta ocasión estoy absolutamente frío. Después de cenar ya si que nos volvemos al hotel. Me tengo que levantar a las 6:15 de la mañana. Estoy reventado y aún tengo que preparar todo para el día siguiente.



Preparando un maratón.

Como decía antes el verano no es la mejor época para preparar un maratón. En primer lugar por las limitaciones horarias debido al clima y en segundo lugar porque no suele haber muchas carreras (especialmente medios maratones) a las que inscribirte. Entrenar por la mañana no es mi fuerte, rindo mucho más por la tarde y eso lo he comprobado especialmente en las series. Mis ritmos en éstas y en todas las tiradas en general han sido más bajos que en otras ocasiones. Decidí entrenar sin reloj ya que el que tenía se me rompió por lo que el primer mes entrené por sensaciones. Un mes antes de la carrera decidí comprarme, por fin, un reloj nuevo. Nunca he entrenado más de dos meses para preparar un maratón ni he hecho tiradas de más de dos horas. Antes me servía pero creo que ya no.

Bueno, viendo el calendario de carreras decidí inscribirme a la Cursa de Ripollet (10 kms), Cursa de Matadepera (10 kms) y la Mitja Marató de Sabadell (21 kms).

Cursa de la Festa Major de Ripollet (25-08-2018)

Hice esta carrera como primer test para ver si podía correr rápido. Es la primera vez que la corría a pesar de que ya lleva bastantes años funcionando. Acudí con varios miembros del grupo de corredores que he formado en el trabajo. El recorrido son dos vueltas a un circuito de 5 kms con varios tramos de subida. Las sensaciones fueron buenas pero mi marca fue discreta: 43:55 y la posición 78 de 303 llegados. Mis compañeros, que hace poco tiempo que se han iniciado en este mundillo de las carreras, disfrutaron bastante. Alejandro (47:38 pos. 127) y Javi (50:23 pos. 179) hicieron el 10.000 y Sergio hizo el 5000 en su debut en una carrera (25:04 pos.48 de 111 llegados).

Cursa de Ripollet

Cursa de la Festa Major de Matadepera (01-09-2018)

A esta carrera acudí solo aunque siempre encuentras gente conocida. Para muchos corredores es la primer carrera después de las vacaciones y es un test para ver en que estado de forma están. Me fue mejor que en Ripollet. El formato de carrera es parecido al de Ripollet con dos vueltas a un circuito de 5 kms y varios tramos de subida. Mi tiempo final fue 42:34 y la posición  72 de 271 llegados.

Cursa de Matadepera
Mitja Marató de Sabadell (07-09-2018)

Solo había participado una vez en esta carrera y hace ya diez años de eso. Ha cambiado bastante, sobretodo el recorrido. Ahora son tres vueltas a un recorrido de unos 7 kms, también con tramos de subida, es lo que tiene el Vallés. Los dos primeras me fueron bien y en la tercera me hundí un poco. La carrera podría estar mejor organizada ya que hubo unos cuantos errores de bulto, como la medición de la primera vuelta, el no contablizar el tiempo real de carrera y problemas en la publicación de las clasificaciones. Por lo demás, todo estuvo correcto. Mi tiempo final fue 1:38:22 y la posición 125 de 398 llegados.

Mitja de Sabadell
En otros tiempos mis marcas a estas alturas de la preparación eran bastante mejores pero aún así todavía quedaba un mes para la carrera y podía mejorar. Cuando dos semanas antes de Budapest me resentí de la lesión del sóleo de la pierna derecha tuve muchas dudas de si me recuperaría a tiempo y ya descarté cualquier objetivo de marca. Solo el acabarla ya sería un éxito. Ahora me tocaba ponerme en manos del fisioterauta. Se habían acabado los entrenamientos.

Dia 3. Día D. Maratón de Budapest.

A las 6:15 suena el reloj. He dormido bien ya que como he comentado antes no estaba nervioso. Me visto con calma y cojo la mochila ya preparada desde la noche anterior con todo lo que necesito. A las 6:40 entraba en el comedor del hotel y efectivamente no tuve ningún problema para desayunar un poco antes de la hora oficial. El empleado del comedor me recibe con un efusivo "good morning" y yo le respondo de igual manera. Fruta, una tostada con embutido, otra con mantequilla y mermelada y un zumo forman mi menú de la mañana. Nada de cambios con respecto a mis hábitos diarios, no en un día de maratón. A las 7 salgo del hotel y me dirigo a la parada del tranvía num. 6 que me dejará a escasos 300 m. de la zona de salida. Ya hay algunas personas con aspecto de corredores que están esperando y a lo largo de todo el trayecto el tranvía se va llenando de muchos más y sus acompañantes. Mayte aún está durmiendo, me verá por diversos puntos de la carrera en los que ya hemos quedado.

Salida maratón
Al llegar a la zona de salida todo funciona bastante rápido y no tengo que hacer colas. Me cambio en un gran tienda de campaña que han preparado para la ocasión y dejo mi mochila en el guardarropa. No hace nada de frío. Apovecho para empaparme del ambiente a ver si aumenta mi motivació. Cuando me dirigía a calentar me encuentro con un miembro de corredors.cat apodado Granpy. Nos saludamos y hablamos sobre nuestros diferentes objetivos. El se dirige hacia la zona de guardarropa y yo por fin me decido a calentar un poco.


Salida maratón
Un cuarto de hora antes del inicio de la carrera ya estoy en mi cajón de salida. Cierro los ojos e intento enviar toda la energía posible a mi maltrecho gemelo, pienso en todos las horas de entrenamiento que he dedicado y en toda la planificación para estar ahora aquí. Visualizo momentos de la carrera: km 6 cuando vea a Mayte por primera vez, medio maratón, km 30, km 34. km 40 y llegada. Hay buen ambiente pero nada que ver con otros maratones como Barcelona o Berlín. No hay tanta euforia, ni tantos corredores, ni tanto público. A las 9 en punto dan la salida. Salimos todos los corredores del maratón y el primer corredor de cada equipo del maratón por relevos que forman el mayor número de inscritos. Más adelante, en el km, 12,195, se unirán los participantes en la distancia de 30 kms.


Durante los primeros quilómetros me encuentro muy bien, como no puede ser de otra manera. Mi ritmo es inferior al habitual pero quiero hacerla así, no quiero forzar y mi idea es llegar bien al km 34. Si llego aquí y el gemelo me molesta mucho pienso acabarla aunque sea andando y trotando. Salimos en dirección "sur" bajo mi perspectiva pero en seguida hacemos un giro de 180º y tiramos río arriba. Me siento cómodo y en el km 5,8 me encuentro a Mayte, en una zona próxima al hotel. Apenas 500 m más arriba damos media vuelta y volvemos a bajar. Me encuentro de nuevo a Mayte (km. 6,8). La música que suena en el punto de animación es Deep Purple, nada menos que Highway Star y Mayte se encarga de recordármelo para darme ánimos ¡Cuántas veces ha estado presente este tema a lo largo de mi vida! Me vienen recuerdos de adolescente cuando flipábamos escuchando el disco "Made in Japan" al que pertenece la versión que estaba sonando. Lástima que pasara un poco antes del estupendo solo de guitarra de Ritchie Blackmore, quizás uno de los más emblemáticos de la historia del hard-rock. A medida que me alejo el sonido también lo va haciendo. Los teclados de Jon Lord se van disipando y entro en otra fase de la carrera, de nuevo, el contacto de nuestros pies con el asfalto es el encargado de romper el silencio.


 No hay demasiado público, en las zonas de animación hay grupos de personas que esperan a algún corredor o un grupo corredores en concreto. Tampoco lo podría definir como un maratón solitario a pesar que hay un tramo muy largo (del km 18 al 30) donde sí lo es. En el resto hay puntos concretos donde hay bastante gente: las zonas de animación, los puentes y la zona de salida/llegada.

Pasado el km 8 llegamos a la altura del Puente de las Cadenas (Szecheny lanchid) y giramos a la derecha para atravesar el túnel que comunica con la subida al castillo. En este punto hay una chica cantando de maravilla acompañada de un guitarrista y le aplaudo mientras paso a su lado. Evidentemente que no subimos hacia el castillo y nada más acabar el túnel giramos de nuevo a la izquierda, damos toda una vuelta y en una plaza se encuentran los segundos relevistas del maratón a 4. Volvemos a la zona de la maravillosa cantante (ahora no estaban tocando), atravesamos el Puente de las Cadenas y seguimos río abajo pero ahora por el margen de Pest.



Seguimos por esta banda hasta el km 13 (más tarde también será el 40), cruzamos de nuevo por el Puente de la Libertad (Szabadság hid) y pasamos otra vez por la linea de meta (km 15). Nos hacen meternos por una zona industrial un poco perdida para volver a la zona de meta (km 18) y a partir de aquí recorremos todo el margen del Danubio, río arriba por la parte de Buda hasta el km 28. Es una zona muy larga y aburrida, monótona y con poco público, donde debe surgir la esencia del corredor de fondo. Se me hace muy duro este tramo y mis sensaciones no son buenas. Además, hace un rato que noto molestias en el gemelo aunque no parecen graves. Debo aflojar el ritmo. Intento mentalmente pensar en que ya es una suerte poder estar aquí después de la lesión, que seguramente la acabaré y que me olvide de ritmos y marcas. Envío a mi zona lesionada toda la energía que puedo y lo hago pensando en todos mis seres queridos. Hago un repaso mental de todos, los que están y los que ya no están. Paso por el medio maratón en 1:41:03 y pienso que podré, como mínimo, bajar de las 3h 30 min. Aguanto el tipo hasta el 25 (2 h) pero a partir de aquí empiezo a ir más lento. Tengo ganas de acabar este tramo. También empiezo a notar mucha tensión en el cuadriceps de mi pierna izquierda y creo que acabaré por tener una rampa en esa zona, cosa que finalmente no ocurrió. Pasado el km 28 volvemos a ir para abajo aunque ya no vamos por el margen del río. Después del 30 hay una subida para cruzar de nuevo el Danubio y situarnos en la Isla Margarita. En este momento me adelanta la liebre de 3:30. Miro el reloj, llevo 2 h 26 min. El hecho de que me adelante este grupo es señal de que no bajaré de esa marca. No intento seguirlos, sigo a mi ritmo y me concentro en ir sumando quilómetros.




Atravesamos toda la Isla Margarita de norte a sur y volvemos a cruzar el río por Margit hid hacia la zona de Pest. Estamos en el km 34 y aquí sí que hay mucha gente animando. Para mi sorpresa escucho a Mayte gritando mi nombre, le envío un beso con mi mano y me da energía para seguir hasta el final. De nuevo río arriba, media vuelta, río abajo hasta el km 40, puente de la Libertad, de nuevo estamos en la banda de Buda, km 41, km 42. En esos 195 m. que quedan para la llegada me concentro en agradecer a la vida la posibilidad de acabar otro maratón y saboreo esa sensación, ya vivida otras veces, de tener la certeza de que sí, que ya lo tengo. Tengo ganas de cruzar la meta y poder parar. Ni siquiera aprieto, miro el reloj y veo que al menos bajaré de 3h 40 min.. Cruzo la línea de llegada. Algunos corredores lo celebran con entusiasmo. Yo llego demasiado tocado para celebraciones aunque interiormente sí lo hago. Me ponen mi medalla (muy bonita por cierto), como y bebo algo y me dirigo a la zona de guardarropa y duchas. Antes me siento un rato, estoy extenuado y me bebo una cerveza sin alcohol (sí, es lo que daban al llegar) casi con desesperación.


Una vez duchado y cambiado en una carpa instalada a tal efecto me dirijo de nuevo a coger el tranvía y el metro para llegar a la zona de la Sinagoga donde había quedado con Mayte. Ella se estaba tomando un vino tranquilamente en un pequeño bar situado justo enfrente del bello edificio. Me tomo una Coca Cola, ya con más calma, y nos dirigimos a comer algo. Ya que estamos allí aprovechamos para visitar la Sinagoga puesto que el día anterior estaba cerrada, supongo que por ser sábado, día de descanso para los judíos. Pagamos la entrada y me dan el típico "gorrito" (de cartón) que llevan los judíos, condición imprescindible para los hombres que quieren hacer la visita. El lugar es bonito. Hay diferentes banderas instaladas en los bancos donde si esperas un rato aparece un guía que te da toda la explicación en tu idioma. Aparecen más españoles y muchos hacen alusión, entre bromas, al aspecto que hacemos con esa prenda en la cabeza. No me importa esperar, me siento a gusto sentado en el banco y además el interior del templo es precioso. Después de la visita guiada nos vamos al hotel. Me he ganado el derecho a echarme una buena siesta.

Interior de la Sinagoga
Mi posición en la carrera ha sido la 856 de un total de 6816 llegados (765 de 5351 hombres). La participación total es más alta ya que hay 628 equipos de relevos x 2 y 1120 de relevos por 4. También hay 1211 llegados en la distancia de 30 kms. En total, según la clasificación, 13763 participantes han cruzado la meta.

No he acabado muy contento. No tanto por la marca sino por la forma en que como ha ido la carrera con un primer medio maratón en 1:41 y un segundo en 1:58. La carrera está bien organizada. Hay muchos avituallamientos muy completos  (12 en total) aunque con el handicap de que la bebida es en vaso y eso siempre es un poco más complicado. Debo decir, eso sí,que ya he aprendido a hacerlo sin perder demasiado tiempo ya que no es la primera vez que me encuentro con esa circunstancia.

Los siguientes tres días en Budapest.

Nos quedaban tres días enteros para visitar la ciudad. No haré un resumen diario ya que sería demasiado pretencioso por mi parte creer que a alguien le puede interesar.

Budapest es una ciudad muy bonita, arquitectónicamente muy rica y el simple hecho de pasear por sus calles ya es en sí mismo una buena experiencia. Como decía antes, el transporte público es excelente y vale la pena aprovecharlo. Es aconsejable llevar una tarjeta (hay de 3 y de 7 días) ya que los billetes sencillos no valen para hacer transbordo. Además, a pesar de que no hay ningún tipo de barrera para acceder a las estaciones, es muy frecuente que antes de entrar al metro algún empleado te pida que le enseñes tu billete. En el tranvía esto solo nos ocurrió una vez pero en el metro varias veces cada día.

Hay varias lugares indispensables para visitar:
  • La zona del Castillo con sus excelentes vistas, la Iglesia de San Matías y el Bastión de los Pescadores. En este último hay que pagar si quieres acceder a la parte más alta pero las vistas son igualmente imponentes desde la parte "gratuita". Si que hay que pagar para visitar la Iglesia de San Matías.
Iglesia de San Matías
Bastión de los Pescadores
Vistas desde el Castillo

Iglesia de San Matías, de noche
Desde el Bastión de los Pescadores

  • El Parlamento. Hay que reconocer que el edificio es impresionante. Su presencia se hace notar desde muchos puntos de la ciudad. Me gustó especialmente la vista desde la orilla contraria del río (en la parte de Buda) y desde el Bastión de los Pescadores. Vale la pena acercarse y ver también el edificio de cerca. La visita al interior es guiada y hay que comprar las entradas on-line. Al enterarme de esto, ya en Budapest, hice la reserva y pedí que nos la imprimieran en la recepción del hotel. No quedaba ningún pase en español (hay bastantes cada día) por lo que nos juntamos con un grupo de italianos. La verdad es que lo entendimos todo bastante bien. El interior es un laberinto de pasillos, salas y escaleras. Quizás esperaba más, aunque hay que reconocer que tiene bonitas salas y unas escalinatas imponentes.




  • La Basílica de Sant Esteban.  Hay que pagar por subir arriba a través de un ascensor pero vale la pena hacerlo. Tienes unas enormes vistas dada su altura y su ubicación en el centro de la ciudad.
Basílica de San Esteban
  • La Sinagoga, de la que ya he hablado en el día del maratón.

  • Baños termales.  Un clásico de Budapest. Nos decidimos finalmente por los Széchenyi. Dispone de varias piscinas exteriores y otras interiores. Asímismo tiene una sauna y una piscina con  el agua a 16º al salir de ésta. Prácticamente todos los clientes eran turistas. Hizo un día espléndido a pesar de estar ya en el mes de Octubre e incluso estuvimos tomando el sol. Una mañana muy agradable. A mí me fue de maravilla ya que después de los baños desaparecieron todas las molestias musculares que me quedaron del maratón. 
  • Puentes sobre el Danubio. Varios son los puentes que atraviesan el río y unen ambas partes de la ciudad. El más famoso es el Puente de las Cadenas que desemboca en el centro de la ciudad. También destacaría el Puente de la Libertad que,en la banda de Pest, nace muy cerca del Mercado Central. Visitar este mercado también es recomendable aunque está muy enfocado hacia los turistas. 
Puente de la Libertad, con mis dedos en primer plano
  • Ruin-bar. La idea inicial creo que era la de abrir de cara al público edificios abandonados y que habían sido ocupados. Hoy en día son lugares de ocio para la juventud de Budapest y un reclamo turístico, donde se puede comer, beber , ver actuaciones, etc. La mayoría se encuentran en el barrio judío. Nosotros estuvimos en el Szimpla Kert, el más antiguo de la ciudad. La verdad es que vale la pena la visita. Un lugar con muchos rincones, numerosas barras por los distintos espacios y una sala de conciertos. Unos youtubers españoles también aconsejaban visitar un viejo barco soviético abandonado, cerca de Petöfi hid, llamado A38. Fuimos al mediodía y al estar muy cerca de la universidad el ambiente era el de profesores y empleados en la hora de la comida. Ya que estábamos allí nos apuntamos a comer el menú y además de bueno nos resultó muy económico. Por una vez, quizás éramos los únicos turistas allí presentes. De noche el ambiente  debe ser muy diferente tal y como se puede ver en su página de facebook.
Szimpla kert


A38
  • Museos. La verdad es que siempre que visitamos alguna ciudad vamos a ver uno o varios museos. No ha sido en esta ocasión. El que más me llamaba la atención era el Museo de Bellas Artes (Sépmüvészeti Muzeum) pero estaba cerrado. El sábado anterior, conociendo la ciudad, estando en la Plaza de los Héroes me acerqué al museo para ver horarios y precios. Estaba cerrado por reformas hasta el 31 de Ocubre del 2018. ¡Mi gozo en un pozo!. Me apetecía ver el conjunto de pintura procedente de diferentes paises de Europa incluyendo una de las mayores colecciones de artistas españoles (El Greco, Velázquez, Zurbarán, Murillo y Goya). No pudo ser. La idea era ir al martes (el lunes están cerrados todos los museos) y visitar también la Galería de Arte que se encuentra en el lado opuesto de la misma plaza. En la guía indicaba que los martes la entrada era gratuita pero tampco era así (la guía era del 2009). Debido a todo esto nos enfriamos y no fuimos a ningún museo aunque seguro que algunos valen la pena.
Galería de arte
Museo en el castillo de Buda
Al margen de todas estas visitas la ciudad tiene otros encantos. Es una ciudad con mucho ambiente en la calle. Es muy recomendable pasear por la Avda. Andrassy con todos sus elegantes edificios y toda las calles del centro entrando por el Puente de las Cadenas hasta la Plaza Vörösmarty y Vaci utca. Nos hemos sentido muy a gusto y en ningún momento hemos tenido la sensación de inseguridad. A pesar de esto nos ha llamado mucho la atención la gran cantidad de gente que hay durmiendo en la calle en cualquier parte de la ciudad.



Los húngaros me han parecido un pueblo educado y serio, para lo bueno y para lo malo. Me hubiera gustado que el maratón discurriera un poco por calles más céntricas pero pensé que quizás cortar el transporte público tantas horas era muy complicado. Nuestra sorpresa fue que el lunes y el martes, ante la visita oficial del líder turco Erdogan, no tuvieron ningún reparo en cortar la ciudad y quedar ésta totalmente ocupada por la policía. Nosotros fuimos víctimas de ello. El lunes 8 de Octubre nos encontrábamos en la explanada del castillo e íbamos salir para coger el autobús que baja hasta Pest. Justo cuando yo estaba en el acceso de salida se cruzó un coche delante nuestro y se colocó un policía. Yo, como hubiera hecho cualquier persona de aquí, intenté sortear el coche para salir pero el policía extendió sus brazos y con un ¡STOP! nos hizo dar media vuelta. Al preguntar si podíamos salir por otra parte nos dijo que ¡CLOSED! y que no sabía durante cuanto tiempo. Nos sentimos atrapados y privados de nuestro derecho a desplazarnos. La gente daba media vuelta sin rechistar y nosostros flipábamos ante la situación. Aquí todo el mundo se hubiera quejado, aunque finalmente hubiéramos tenido que obedecer pero estoy convencido de que se hubiera producido un pequeño motín, con gritos y quejas. Hubiera salido esa condicón mediterránea de quejarse aunque luego no cambiemos nada. Allí, nadie dijo nada, al menos mientras nosotros estuvimos allí. Podíamos bajar por las escaleras, el problema es que Mayte cojeaba ostensiblemente de su pie derecho y no le convenía andar tanto. Bajamos despacio pero luego los tranvías no hacían todo su trayecto entero y el metro saltaba estaciones sin parar y sin avisar.


Al día siguiente, después de salir de los baños termales, nos volvió a ocurrir lo mismo. No podíamos acceder al metro. Estaba todo cortado y tuvimos que ir en otra dirección. Al ver una parada de autobús decidimos esperar y subir al primero que pasara. Así lo hicimos pero al ver que éste tomaba una dirección en la que prácticamente nos sacaba de Budapest nos bajamos y lo volvimos a tomar en la dirección contraria a ver si nos acercaba al centro. En teoría así debía ser, según lo que marcaba en los plafones de la parada. Al subir al autobús el conductor dijo algo que lógicamente nosotros no entendimos. Dos personas que iban a subir se enfadaron mucho y discutieron violentamente con el conductor llegando a golpear la mampara de protección de éste. En nuestra imaginación pensamos que se dirigían a algún lugar a conseguir droga y al ver que el autobús no pasaría por allí no se lo tomaron nada bien. Finalmente se bajaron y el autobús siguió su marcha. No hizo ninguna parada y fué callejeando por una ciudad totalmente colapsada hasta llegar al final del trayecto donde pudimos acceder al metro. Ha sido la única situación de un poco de tensión que hemos vivido en estos días. Nadie más en el autobús se quejó. Tuvimos la sensación de que el pueblo húngaro es un pueblo sumiso y acepta con resignación lo que viene impuesto desde el poder. Aquí creo que somos igual pero estoy seguro que en el autobús se hubiera formado una buena.



No hemos salido de copas ni esas cosas. Aún así parece que en Budapest hay muchos locales para salir de fiesta. Nosotros, por nuestra edad y por estar cansados de no parar en todo el día, no hemos vivido la noche. De todas formas estuvimos en el Simpla Kert como ya he dicho antes y un par de veces en al Akvárium, en la plaza Ersébeth. Aquí estuvimos en un concierto el lunes. Lo vimos en una guía que había en la habitación del hotel donde había toda la programación de actividades del mes de Octubre. El concierto era a las 8 de la tarde. Vimos a una banda joven de free jazz llamada The Best Bad Trip. El concierto fue excelente y además era gratis en una sala llena de sofás y "pubs" tirados por el suelo. Fue todo muy agradable y me llevé una gran impresión de esta banda.


El último día completo lo tomamos con calma. Por la mañana estuvimos tomando un café en la famosa cafetería-pastelería Gerbeaud en la plaza Vörösmarty. Vale la pena tomarse algo ya que el local es precioso y tiene una larga historia. Fue frecuentado en su día por la mismísima Emperatriz Sissí. La mayoría de clientes éramos, por supuesto, turistas.

Café Gerbeaud
Ya por la tarde, decidimos no volver al centro. Ya lo habíamos recorrido bastante y pensamos en buscar alguna pizzeria más cerca del hotel. Fuimos a la plaza Batthyány, a una sola parada de metro de nuestro hotel. Aún así, subimos al tranvía 6 hasta Margit hid y bajamos andando por el margen del río hasta la plaza. Una vez aquí vimos un local que podía estar bien. Era pronto así que se nos ocurrio visitar la Iglesia de Santa Ana (Szent Anna Templon) que parecía abierta. Para nuestra sorpresa estaba llena de gente y lo que allí se celebraba era un concierto de órgano. Entramos, nos sentamos y durante unos 45 minutos pudimos disfrutar de un excelente momento de paz interior y recogimiento. Fue algo inesperado y muy bonito. Después del concierto fuimos a la pizzeria, la cual resultó excelente y cenamos estupendamente.



El día de la vuelta.

Disponiamos aún de la mañana antes de dirigirnos al aeropuerto. Dejamos el equipaje en el hotel y nos fuimos a dar una vuelta por allí cerca. La idea era gastar los florines que aún nos quedaban y allí cerca había un mercado. Antes fuimos a un centro comercial y compramos una botella de palinka, el cual por cierto es muy caro. El palinka sería una bebida equivalente a nuestro orujo, ratafía o este tipo de bebidas. de alta graduación. El camarero de la pizzería de la noche anterior nos recomendó varias marcas de calidad. Luego en el mercado compramos un paquete de paprika molido para echar a los guisos, algo parecido a nuestro pimentón. Para finalizar la mañana y en el mismo mercado nos comimos un langos que es una  masa redonda (parecida a las porras) con crema ácida y queso. Bueno se puede elegir de qué lo quieres pero pedimos lo mismo que la mayoría de la gente. También pedimos una especie de morcilla o butifarra negra que, en mi caso, desmigajé encima del langos. Nos lo comimos allí mismo, en una pequeña barra con taburetes. Nos parecío muy bueno y fue uno de los pocos momentos en los que no estábamos rodeados de turistas.

Bueno, y aquí se acabó todo. Volvimos a hacer el mismo trayecto que para venir pero en sentido contrario: metro L2 y L3 y autobús hasta el aeropuerto. Aquí hay que hacer la tediosa cola para facturar, pasar el control de seguridad y esperar un buen rato tomando un café. En el momento de embarcar obligaban a facturar el equipaje de mano. A nosotros no porque llevábamos unas mochilas no muy grandes ya que habíamos facturado una maleta, previo pago por supuesto. Una mujer se negó a hacerlo, ya que en teoría puedes meterla en el avión, y se enzarzó en una discusión con el empleado que se empeñaba en querer coger la maleta y ésta no le dejaba. Finalmente acabó pasando la maleta y dió toda una lección al resto de pasajeros de como hay que defender nuestros derechos.

A las 17:45 despegó el avión y sobre las 20:00 aterrizábamos en Barcelona. Nuestro hijo, Aitor, nos fue a buscar al aeropuerto. Llegamos a casa muy contentos. Los siete días habían dado mucho de sí y habíamos disfrutado de un buen viaje en una gran ciudad.

¡¡Muy recomendable!!!